Categoría: Los Seres Queridos

Montserrat Caballé

POR SIEMPRE CABALLÉ.

Nadie ha dado al público de mi generación noches tan gloriosas como Montserrat Caballé. Su voz es legendaria y su genio, indiscutible.

Retrato de la soprano Montserrat Caballé
¡Cuántos personajes inolvidables! Tosca, Mimí, Aida, Donna Elvira, Lucrezia Borgia, Elizabeth I, Norma, Turandot, Amelia, Salomé, Leonora, Cio-Cio-San, María Stuarda... Todas ellas fueron interpretaciones sublimes de una reina incomparable de la escena.

¿Es consciente Caballé de cuántas largas tardes su voz -el más hermoso regalo de la naturaleza al arte- ha mitigado nuestras soledades? ¿Sabe las ocasiones en que ha conseguido sofocar nuestras desesperaciones, arrancándonos de ellas por un instante, para elevarnos a esferas superiores de la sensibilidad?

Gracias, Montserrat, por tanta belleza.
 

Texto: Terenci Moix   Imagen: Fernando Marsá y Paz Cogollor.

Licencia Copyleft: Puede reproducir el texto y la imagen citando a sus autores y enlazando con nuestra página web.

¡Viva Moncho Alpuente!

Retrato de Moncho Alpuente

 

Qué decir de Moncho Alpuente que no se haya dicho ya en bares, bares, bares y, a que negarlo, en bares. Pertenecía al género del vago hiperactivo, ese tipo de individuos que sólo hacen aquello que les da la gana y en ese empeño demuestran una entrega absoluta, una energía ilimitada. Desde su retiro en Segovia, desde la altura de la ribera del río, contemplaba el mundo en su trivialidad, en su banalidad...

Era un optimista. Sin motivo aparente porque su carácter anarquista le llevaba a tener un cierto sentido crítico de las cosas que concluye en que todo es una mierda. Y acierta plenamente.
Yo tuve la suerte de ser su amigo: ¡Viva Moncho Alpuente!
 

Texto: El Gran Wyoming   Imagen: Fernando Marsá y Paz Cogollor.

Licencia Copyleft: Puede reproducir el texto y la imagen citando a sus autores y enlazando con nuestra página web.

Paco de Lucía

Guitarra de agua
Retrato del guitarrista flamenco Paco de Lucía
Uno de los artistas que más y mejor ha trabajado en el esfuerzo por hacer conocer la verdad de una música trágica y solemne, majestuosa y dolorida, tentacular y testaruda como la grandeza, hereditaria e independiente como la libertad, se llama Paco de Lucía, el más grande de los creadores de música para guitarra andaluza que ha tenido jamás la historia del flamenco. Este genio ya no tiene fronteras… Al fin tenemos que asumirlo, con gratitud, con júbilo: Paco de Lucía es uno de los pocos seres herederos-inventores de un lenguaje; uno de los imprescindibles locos cuyo respeto a las raíces y cuya libertad alcanzan el privilegio de ir abriendo caminos desde la fragua de su nombre, nuevo metal que llamamos música. Cuánto le cuesta a Paco de Lucía el prodigioso regalo que nos hace es algo que no sabremos nunca. La soledad, incluso la desesperación, no se pueden pagar. Tal vez llorando a solas escuchándole en medio de la madrugada, tal vez creando nosotros mismos ese tremendo ritmo al que llamamos lágrimas, tal vez así podamos bajar hasta el barranco donde están los seismos de la necesidad de ser y del que emerge su bárbara guitarra.

El ritmo. Ése es el gran secreto de Paco de Lucía. En el origen de la vida se encuentra el ritmo. La danza es ritmo y es ritmo el cuerpo humano; ritmo hay en el trigal, en el olivar, en la viña; ritmo tienen las fases de la Luna. Desde lo más profundo del flamenco, su ritmo viejo e inmortal. La historia del flamenco sabrá muy bien cuánto habrá de deber a la organizada locura de este terremoto sereno que es la guitarra de Paco de Lucía.

La historia del flamenco, esa terrible madrugada vieja, no dejará de agradecer a este profundo ser cósmico la venerable juventud de su música. En nuestra madrugada personal, en esa hora en que somos más limpios, más ancianos y repentinamente vivos; poco a poco iremos redescubriendo en nuestro corazón un alimento casi religioso: la visita del ritmo. La noche antigua donde todo renace.

Texto: Félix Grande   Imagen: Fernando Marsá y Paz Cogollor.

Licencia Copyleft: Puede reproducir el texto y la imagen citando a sus autores y enlazando con nuestra página web.

Antonio Muñoz Molina “Príncipe de Asturias de las Letras”

Retrato del escritor Antonio Muñoz Molina

Es muy difícil escribir sobre un ser querido sin traicionar esa deliciosa intimidad que se comparte con él, sobre todo si se trata de hablar de Antonio Muñoz Molina, que desea, más que nada en el mundo, ser eso que él llama “un particular”, alguien a quien le gusta confundirse con las vidas comunes a las que a menudo abre las puertas de sus novelas. Confundirse y ser uno más, la única forma de que el mundo no varíe ante sus ojos, como le sucede a muchas personas importantes. Si hay algo que me resulta sorprendente a diario de Antonio Muñoz Molina es que su prestigio intelectual, lejos de desviarle de su camino y de cambiarle el carácter, le ha afianzado más aún en su sencillez, le ha permitido sacar de él “su mejor yo”, como escribía Salinas, y no hay compromiso público ni galardón ni elogio que se compare a la íntima satisfacción que siente cada día cuando trata de poner orden a sus pensamientos en un artículo o una novela. Decía Miguel Delibes: “No me gusta que me paren por la calle porque me interrumpen el paseo”. Sin embargo siempre he tenido la sensación de que a Muñoz Molina, a Antonio, es bastante difícil despojarle de su mundo. Le puede mucho más el amor por el trabajo, la entrega generosa a la lectura, su laboriosa y discreta forma de vivir. Creo que la honestidad con la que se enfrenta a su oficio es algo que se aprecia en todo lo que escribe, por eso siempre consigue emocionar, indignar o conmover. Lo que dice, más que cargado de rotundidad, está expresado con sinceridad. Sinceramente escribe, sinceramente vive de la forma más parecida a la que le gustaría, sinceramente se entrega a la soledad que le permitimos las personas que le queremos, sinceramente les está mirando ahora con una sonrisa que no proclama, pero que tampoco oculta, la alegría que le ha producido que se le abrieran unas puertas a las que nunca se hubiera atrevido a llamar.
 

Texto: Elvira Lindo.  Imagen: Fernando Marsá y Paz Cogollor.

Licencia Copyleft: Puede reproducir el texto y la imagen citando a sus autores y enlazando con nuestra página web.