Para que quienes no tienen una noción clara de qué es el alojamiento web, entiendan en que consiste, es necesario primero explicar brevemente como funciona Internet.
Internet es una red mundial, una red de redes descentralizada, en la que multitud de ordenadores se comunican entre sí mediante diferentes protocolos. Protocolos de la familia TCP/IP que permiten distintas formas de comunicación: IRC (conversaciones on-line), SMTP (envío de correo electrónico), FTP y P2P (transmisión de archivos) y entre otros, la Web (World Wide Web), es decir, el protocolo HTTP (Protocolo de Transferencia de HiperTexto).
Para los no iniciados, es necesario remarcar que Internet es una potente red de comunicaciones que permite el contacto entre distintas terminales de esa Red a lo largo de todo el mundo. Las comunicaciones, del tipo que sean, se establecen siempre desde diferentes computadoras, ordenadores o como prefiramos llamarlos, en definitiva máquinas diseñadas para ser capaces de comunicarse y entenderse mediante alguno de los protocolos citados.
En el caso de conversaciones on-line, dos usuarios se comunican utilizando dos computadoras, pero en la Web (protocolo HTTP) la comunicación la establece un único usuario desde su ordenador conectando con otra computadora, un servidor, que le envía, le sirve, la información solicitada. Es decir, las páginas web que vemos utilizando un navegador web (Mozilla Firefox, Internet Explorer, Google Chrome, Safari u otros) están alojadas en una computadora que trabaja como servidor, servidor de páginas web. Un servidor es un ordenador, una máquina física conectada a Internet 24 horas al día, normalmente en un centro de datos, que puede estar en cualquier parte del mundo, en cualquier continente, sin que por ello los usuarios aprecien la diferencia.
Por ello, cuando hablamos de Alojamiento web, nos referimos al espacio que un particular, o una empresa, contrata en un servidor. Un espacio de varios megabytes en el disco duro de un servidor, para alojar los archivos que componen su página web y, al mismo tiempo, disponer de cuentas de correo electrónico con su propio dominio. Es decir, para que podamos ver una página web, los archivos (textos, imágenes, hojas de estilo, etc.) que la componen tiene que estar en el disco duro de una computadora capaz de servir correctamente la información cuando un usuario, utilizando un navegador web, la solicite desde cualquier lugar del mundo.
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